Lo llamaron 'el mejor trabajo del mundo', unas vacaciones remuneradas de seis meses de duración en una isla paradisiaca del estado australiano de Queensland. El plan perfecto para cualquier amante de la playa, los fondos marinos y el placer de no hacer nada. Pero el paraíso ha resultado ser todo lo contrario.
El paso de dos destructivos ciclones en los últimos 15 días ha convertido el estado nororiental australiano en una inmensa balsa de agua, con más de 3.000 viviendas dañadas por las inundaciones, centenares de personas evacuadas y miles de ciudadanos atrapados en sus casas desde hace una semana.
El Gobierno de Queensland, que hace un mes tuvo la original idea de ofrecer 100.000 dólares estadounidenses por vivir durante seis meses en una isla tropical para reactivar el turismo extranjero, ha declarado ahora zona catastrófica más de un millón de kilómetros cuadrados de su territorio, el 62% del estado australiano.
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